“Vigirima grande y gloriosa”
Río, montañas y petroglifos. El destino perfecto para relajarse y conectarse con la naturaleza y nuestros antepasados
Cómo llegar
Montados en la ARC a la altura del centro comercial Guacara Plaza cruzar a la izquierda hacia la carretera Vía Vigirima, la cual se encuentra en buen estado desde el Puente Negro Primero hasta la última estación de servicio y el único hotel ubicados al lado de Piedra pintada, El Toco. De allí en adelante, siempre derecho, hay que estar atentos para esquivar con prudencia algunos huecos.
Durante el camino, especialmente después de El Toco, se aprecia el cambio gradual de una zona comercial a una rural. Las paredes de las casas no están unas pegadas de las otras, sino que se hallan en el centro de un terreno, donde generalmente tienen cultivos, delimitadas en algunos casos por cercas de alambre.
Transcurrida la media hora de viaje (aproximadamente), cien metros después del ambulatorio, vislumbra la Plaza Bolívar de Vigirima en donde se encuentra un colorido mural lleno de petroglifos característicos del pueblo. Alrededor de la plaza los buhoneros venden pan, prendas artesanales, y algunos frutos que se dan en la zona con impresionante abundancia: mamones, naranjas, limones, guayabas, aguacates y por supuesto, el tradicional mango con adobo y sal.
Una cuadra arriba, siempre derecho, se encuentra el extremo final de Vigirima en el sector La Manga, delimitado por el ancestral y helado río donde se refrescan los turistas, que corre ferozmente desde el Lago de Valencia. Hasta allí hay acceso vehicular en un espacio arenoso que es tomado como estacionamiento.
Tierra verde, tierra de agricultores
El terreno para estacionar los carros donde se encuentra una patrulla de la Policía Municipal de Guacara, y un par de bomberos, está rodeado de quioscos donde venden empanadas, malta, jugos naturales y algunas chucherías. El más frecuentado es el azulito de Doña Rafaela Sánchez, que es atendido de vez en cuando por sus nietas. La estrategia del azulito es vender cerveza, a diferencia de los otros quioscos.
En el centro del estacionamiento flamean las llamas del sancocho a leña hecho en una olla gigante que podría alimentar a decenas de personas. Sin embargo, lo más sabroso son los famosos bollitos picantes de chicharrón que vende la señora Inés.
Su esposo Enrique, al igual que muchas otras familias de los alrededores, se dedica a la cría de gallinas y al cultivo de maíz, plátano, topocho, yuca, cambur, mandarinas, limones, aguacates y quinchonchos. Los conyugues viven en la cima de un cerrito algunos metros río arriba. Luego de subir una empinada rampa de cemento y treinta y pico de escalones puede divisarse la casa blanca y espaciosa con techo de zinc.
Allí arriba el panorama desata un éxtasis ocular. El viento sopla más fuerte ocasionando el baile refrescante de las hojas de los arboles en cuyas ramas, se posan diversas aves que hipnotizarían con su canto al oyente y al sordo. Las montañas de inmensidades inigualables se alzan en el horizonte con el perfecto claroscuro de matices verdes que provocan los rayos solares. Sí, es imposible no enamorarse de la descomunal hermosura del paisaje.
¡Petroglifos!
El amable Sr. Enrique se ofreció a ser mi guía hacia los grabados de piedras históricas. Andando por la orilla del río, subiendo la montaña, nos alejamos cada vez más de la población para adentrarnos entre las matas de mango y los pozos artificiales hechos por los mismos habitantes. Sólo se escuchaba la naturaleza y la voz del amable señor diciendo: antes habían más piedras, niña, pero la gente se las fue llevando y ahora sólo quedan unas pocas.
Después de 15 minutos de caminata por fin los vi. Allí estaban, mirándome como si hubiesen esperado un largo rato. Eran los petroglifos de Vigirima que se hallaban en piedras enormes extendidas a un costado del río.
Estas figuras de contorno blanco representan el mayor patrimonio cultural del municipio Guacara. Valen la pena los minutos de recorrido para apreciar las primitivas manifestaciones de arte rupestre y conectar con el legado de nuestros antecesores.
Sin duda, nada describe mejor a Vigirima que su propio himno:
“Vigirima grande y gloriosa testimonio de libertad
al final se alza tu escuela como símbolo de bondad
es su gente agricultora es su gente muy servicial
y por un largo camino está el mango fruto regional…”.
Francis Gabriela Tineo
@francisgtineo
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